La marica como sujeto político
CAPITULO III.
Paco Vidarte *
Paco Vidarte *
Ser sujeto marica,
convertirse en marica, no es algo dado previamente. Lo que esta dado de
antemano, desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida, es ser sujetos
prestados, identificarnos con subjetividades prestadas y añadirles, como quien
echa azúcar, una o dos cucharadas de homosexualidad, alquilar una subjetividad
que viene de otro ámbito y procede de otros intereses y sacarla por la noche a
poner el culo pa que te lo peten: esto no es un sujeto LGBTQ. Hay que acabar
con esta dinámica de préstamos subjetivos: ser sujetos constituidos previamente
y luego añadirles el ingrediente marica. Ser basurero pero marica, profesora
pero trans, camarera pero marica, ejecutiva pero bollo, político pero marica,
librera pero lesbiana. ¡Nooo! Nuestro ser sujetos políticos proviene de ser
maricas, de ser transbollos: esta es nuestra idiosincrasia, lo que somos, lo
que siempre hemos sido, el tarro de nuestras esencias. Lo más probable es que
no seamos lo que nos creemos que somos cuando nos levantamos por la mañana:
tendero, medico, abogada, mendigo, inmigrante, prostituta, catedrática… solo
que con una opción sexual no normativa. Hay que empezar desde el otro extremo y
hacer el recorrido a la inversa.
Siempre hemos sido maricas, hemos sido lesbianas antes
que nada, antes que niños, trans antes que bebes y mientras seguíamos siendo
maribollotrans hemos sido de todo, un montón de cosas, pero esto es lo único
que no cambiaba a lo largo de tiempo, lo único que nos daba una identidad, una
referencia subjetiva. ¿Por qué de pronto abandonar nuestra esencia LGBTQ,
nuestra identidad histórica individual, y <<ser>> una profesión,
identificarnos con nuestra situación laboral, de clase, con un lugar social
impuesto y añadirle lo de <<maribollo>> como coletilla, como
conducta privada, como si no hubiera influido en nada en nuestra vida, en
nuestro cada día, en nuestro haber llegado a ser lo que somos? Soy médico y soy
marica. Y una mierda. Eres una maricona que ha acabado siendo medico. Soy
empresario gay. No, eres un puto maricon que ha heredado una empresa, o que
honradamente ha robado la suficiente plusvalía como para fundar una. Soy una
profesora lesbiana, soy deportista pero gay, siempre el mismo discurso y el
poner por delante lo accidental y convertir en un predicado mas lo de ser
maricon. No somos nada de lo que existe en la sociedad heterosexista, ninguna
profesión, ningún caro, ningún puesto, ningún adjetivo que quepa poner en la
tarjeta de visita, ya nadie tiene esas tarjetas. No somos profesionales,
pobres, desempleadas solo que con prácticas homosexuales. Somos maricas con prácticas
de abogado, de médico, de sin techo, de vida precaria. Esta inversión es
importante. Por el camino hemos hecho el imbécil tal vez por presión social,
por acomodarnos a lo que hay, por pereza, por lo que sea, pero somos maricas antes que nada, sujetos
LGBTQ que se dedican a esto o aquello para vivir. Esto no se puede olvidar y
esta es nuestra esencia, nuestra potencia, nuestro poder, nuestro patrimonio y
de ahí sale todo lo que demos sido, somos y seremos. Nuestro porvenir radica en
identificarnos como trans, lesbianas o maricas y que lo demás sean añadiduras:
la profesión, la clase, el estatus, el andar en bici, o el vivir en tal barrio
o en una casa ocupada. Por supuesto, todo esto son lugares de socialización, de
identificación con otros sujetos no homófobos, no maribollos, no somos
marcianos, no hablamos con la peña, compartimos sus espacios, estamos
socializados, pero que la socialización no nos quite lo que somos, no a
cualquier precio, no acosta de un borramiento de género para poder decir
<<soy médico>> lo mismo que cualquier hetero dice: <<soy médico>>.
Decía una marica amiga mía hace siglos que ser marica
tiene sentido como para llenar todo el universo. Estoy de acuerdo. Y decía esto
en contra de la normalización y las estrategias desidentificatorias que
preconizan las sodomitas burguesas. Estas últimas han optado por coger el sentido
para sus vidas del universo heterosexista y patriarcal sin renunciar a sus prácticas
homosexuales. Una ética LGBTQ sigue otros derroteros. El sentido de la vida lo
toma de ser LGBTQ y luego pues hay que trabajar, sobrevivir, socializarse: pero
esto último no tiene ningún interés ni aporta a nuestras vidas sentido alguno,
cachitos de sentido si, pero no nos aporta lo que somos, no constituye nuestra
columna vertebral. Aquello de que ser marica tiene sentido para llenar el
universo me parece que lo dijo la Urri, pero no creo que se opusiera a rizar el
rizo y salirse por la tangente. Ser marica o lesbiana o trans tiene sentido
precisamente porque no tiene ningún sentido. No tenemos sentido, somos un
sinsentido. Para ellos, heteros homófobos, somos absurdos, incomprensibles. No
tenemos un modelo de vida alternativo, ni nada que ofrecerles. Que renuncien a
comprendernos. La obsesión por la identidad, por llenarnos de sentido, por
hacernos un capital teórico es una exigencia que viene de su lado. No tenemos por
qué traducirles a su lenguaje, para que se enteren, lo que hacemos o dejamos de
hacer, ni por qué aporreamos sus ventanas. Hablamos su lenguaje perfectamente,
nos lo enseñaron de chiquitos; pero somos bilingües y tenemos un idioma propio
que a ellos les resulta incomprensible, bárbaro. No hay nada que explicarles.
Nosotras nos entendemos. Y si les traducimos a cada paso lo que hacemos,
probablemente les sonara ridículo, inconsistente, infundado. No es nuestra la
tarea de traductores. Nuestra tarea es hacer cosas, pero ¿Qué cosas?, ¿hacer qué?,
¿queda algo por hacer?, ¿no lo hemos conseguido todo ya?, ¿no nos podemos casar
y operar?, ¿queda porvenir de discurso y reivindicación por explotar?
* Vidarte Teórico y activista. Doctor en Filosofía (premio extraordinario de licenciatura), tenía un master en Teoría Psicoanalítica por la Universidad Complutense y era profesor titular de la Facultad de Filosofía de la UNED. Ética Marica Editorial Egales (Colección G / 2007)
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