Por decimotercera vez,
se realizara mañana 30 de junio la marcha del orgullo y dignidad LGBTI,
actividad donde por años se han encontrado bajo nuestro arcoíris: carrozas, tacones,
pelucas, escarcha, brillo, alegría, música, baile, fiesta, espectáculos
culturales, consignas reivindicativas y exigencias político-sociales…Donde
muchas de las personas LGBTI ponen al descubierto su rebeldía, tristezas, frustraciones,
criticas, trasgresiones a las reglas del sistema machista, heterosexista y
patriarcal, donde expresan libremente su descontento ante la sociedad que nos
etiqueta y/o hace auto-etiquetarnos, que nos conduce e impone reproducir una
serie de “valores” que mantienen y sustentan sus estructuras de poder, enfrentándonos
entre nosotras y nosotros mismos para tratar de sobrevivir a esta turbulencia de
interés perversos enfrentados por la lucha de clases, que se alejan cada vez
más del respeto y reconocimiento de nuestra dignidad humana.
Frente a estas y otras
situaciones se generan criticas y objeciones, a lo interno y externo del
movimiento, que consideran a la marcha como un “carnaval” donde la “convocatoria
es carente de liderazgo, pero desbordada en alcohol y drogas... una marcha
donde lo que menos se habla es de derechos y deberes, de reivindicación o
denuncias” afirmaciones que lejos de aportar soluciones a los procesos internos
del movimiento y generar compromisos individuales de cada persona LGBTI, terminan
restándole valor a nuestra movilización.
Para 2013 se agrega con
mayor intensidad, a lo antes mencionado dos nuevos componentes “la lucha
partidista” y “las ansias de poder”, de
vieja data, bien escondidos tras la sentida y ansiada necesidad de unos pocos
–lastimosamente no de la mayoría- de darle un
carácter más reivindicativo y político a la marcha de la sexodiversidad, sin
perder ese toque festivo que nos ayuda a continuar a diario en esta vorágine
donde nos encontramos envueltos. Unos pocos siguen intentando crear un
clima de caos y desorden, sacando ventaja ante algunas instituciones del Estado
o generando coacción para que cedan a sus objetivos. Con esto no pretendo
generalizar, existen afortunadamente como en todos los casos y grupos sus excepciones.
A mi juicio los Sectores
LGBTI no serán ni de derecha ni de izquierda por imposición de
"activistas, “dirigentes” “militantes" o “voceros” que niegan la pluralidad política establecida
en nuestra Constitución Bolivariana, las diferencias políticas e ideológicas
forman parte de la pluralidad política, -lo mismo que a la sexualidad las
diferentes orientaciones sexuales y/o identidades de género.- por ello no deben
ser utilizadas por unos u otros para posicionar interés mezquinos e
individualistas, manipular conciencias y voluntades, generar violencia y boicot
a los consensos colectivos, posicionar mediáticamente matrices de opinión o
juicios de valor, descalificar y
humillar al conciudadano…Todas estas prácticas ponen en peligro el respeto a
libertad de conciencia y pensamiento, el libre desenvolvimiento de la
personalidad, la integridad física y psicológica, la libertad de asociación de
cada LGBTI, el derecho a la movilización y protesta pacífica, entre otros
inherentes a la dignidad humana.
De aquí que en contexto
de la realización de la XIII Marcha Nacional de la Sexodiversidad, valdría la
pena hacernos un profundo llamado a la conciencia a lo interno de las y los que
nos estamos construyéndonos como líderes del movimiento LGBTI venezolano, sin
distingo de años de trayectoria, de la organización, movimiento, colectivo o
forma organizativa de la que formemos parte, de la orientación política o
postura partidista, visceralidades y conflictos intra/interpersonales que
tengamos.
Todas y Todos históricamente hemos estado sometidas y
sometidos al estigma y discriminación en razón de nuestra orientación sexual,
identidad y expresión de género, siendo sujetas/os a violencia, persecución, e innumerables abusos, que constituyen una clara vulneración a nuestros derechos humanos. Realidad
esta que no podemos ocultar y que puede ser visto con multiplicidad de enfoques,
todos validos siempre que no terminen restándole importancia. De aquí que
nuestro compromiso moral y ético con la causa LGBTI de nuestro país debe tomar
otros cauces, seguir otros caminos, para enrumbar nuestras reivindicaciones y/o
justas peticiones. Ser más coherentes con la responsabilidad que hemos asumido,
aportar en todo momento a sumar voluntades, a despertar y alimentar el
principio de corresponsabilidad de nuestras/os hermanas y hermanos LGBTI sin
perdernos en divisiones absurdas.
Cuando todas las personas LGBTI entendamos que debemos estar juntos
y juntas tanto en la marcha como en
otros momentos y espacios de los tantos que existen donde la discriminación por
orientación sexual e identidad y expresión de género siguen echando raíces. Tenemos
en lo adelante el enorme desafío de desarrollar la capacidad para recomponernos
y resolver las diferencias que podamos tener en pos del bien común y la garantía
de nuestros derechos humanos.
Por:- Yonatan Matheus Venezuela Diversa
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