1 Desde hace varios meses, he leído en los correos del compañero Ricardo Hung, directivo de Lambda de Venezuela, el término "ciberactivismo". Hung emplea esta palabra de manera despectiva y en oposición a lo que él considera "activistas de verdad". Me he sentido tentado a compartir algunas ideas sobre estas etiquetas y finalmente lo hago por esta vía.
2 ¿Qué es el ciberactivismo? De acuerdo a lo que entiendo de los correos del compañero Hung, los "ciberactivistas" son falsos activistas, personas inescrupulosas que usan las luchas del movimiento LGBTI para hacerse un nombre y robarle protagonismo a los "activistas de verdad", es decir, ellos. Según esta definición, usted comete este "delito" si usa las redes sociales, facebook, twitter, correos electrónicos, blogs o cualquier medio digital para hacer activismo.
3 ¿Quiénes crearon esta categoría? Alianza Lambda es una organización LGBTI venezolana con una importante trayectoria. En el año 2002 Lambda asumió la planificación y celebración del mes de la diversidad sexual, cuando ninguna ONG quiso o pudo hacerlo. En una entrevista con Jesús Medina, le comentaba que gracias a Lambda, el Orgullo por la Diversidad Sexual se pudo seguir celebrando. Sin embargo, en los últimos años, un grupo reducidísimo de Lambda se ha autonombrado fiscales y jueces del activismo LGBTI venezolano. A su juicio, esta trayectoria les da el poder de decidir quiénes son activistas "de verdad" y quienes no. A través de redes sociales (lo sé, es contradictorio) estos autoproclamados jueces reparten bendiciones y excomuniones a su antojo. Esta actitud arrogante de algunos compañeros de Lambda desdice de su trabajo. De alguna manera, lo que hacen con las manos, lo destruyen con los pies. Lambda no necesita denigrar del trabajo de otros colectivos, para que ellos brillen.
4 Esta pobre división del movimiento comunitario no aguanta un análisis serio. En las Tertulias de la Diversidad Sexual de Caracas vamos para 7 años de conversas ininterrumpidas. En julio de 2011 haremos nuestra actividad 81. Ochenta y un meses de encuentros seguidos. En este tiempo hemos cometido el "pecado" de apoyarnos en internet para difundir nuestras invitaciones. También hemos usado el volanteo en físico, pendones y afiches. ¿Eso en qué nos convierte? ¿"Ciberactivistas" de closet? ¿Híbridos? ¿"activistas de escritorio" conversos y redimidos? Siguiendo la lógica de Lambda, el dilema aquí es claro. ¿Edad media versus Siglo XXI? ¿Analógico o digital? Escoja, pero emplear las dos modalidades sería un sacrilegio.
5 ¿Es la primera vez que esto ocurre? Lamentablemente no. En 1993 Oswaldo Reyes fundó el Movimiento Ambiente de Venezuela, la segunda organización LGBTI del país. Oswaldo tuvo mucho coraje al defender la causa LGBTI en esa época. Sin embargo, su estilo de liderazgo terminó perjudicando su lucha y dejándolo solo. Quienes lo conocieron afirman que Oswaldo practicaba un liderazgo negativo. Cualquier iniciativa de otros integrantes del MAV, Oswaldo la veía como una amenaza potencial contra él. En esos años no había internet, pero Oswaldo igualmente creó sus propias categorías. Las veces que pude hablar con él, me hablaba de la existencia de "líderes de verdad" (como él) y de "seudolíderes" (el equivalente a los ciberactivistas de ahora).
6 ¿Esto es exclusivo del movimiento LGBTI? No. Las feministas tampoco escapan a estas riñas internas. En las organizaciones feministas latinoamericanas se habla de dos tipos: (1) las que han logrado articularse con fuentes de financiamiento internacional y estatal (despectivamente llamadas "feministas institucionales"); y (2) las que rechazan cualquier vínculo con los espacios de poder que combaten (autonombradas "feministas utópicas" y señaladas por las primeras como "feministas radicales"). Al menos hay que reconocerle a las compañeras feministas que estas definiciones están mejor argumentadas y tienen más sustento teórico que la división de lambda de "activistas de verdad" versus "ciberactivistas".
7 ¿Qué hay en el fondo de esta discusión? Sin ánimos de ser terapeuta y sin conocer mucho a los creadores de estas etiquetas, creo que en el fondo de esta clasificación lo que hay es un gran temor. Temor por parte de estos autoproclamados jueces. Temor a que existan personas que, desde una computadora, puedan ser más efectivas y eficacez que ellos. Temor a que surgan liderazgos emergentes que terminen desplazándolos. Temor a perder el poder real o imaginario que ellos creen tener. Cada vez que escucho o leo a alguien hablar de "activistas de escritorio" o "ciberactivistas", me viene a la mente la imagen de esa persona, muy asustada, temerosa intentando aferrarse a lo poco que conoce. Estas categorías simplemente revelan de sus creadores una pobreza intelectual, miedos mal procesados y una profunda miopía política sobre los movimientos sociales. Además queda en evidencia la pobreza en el uso del lenguaje. De todas las posibles etiquetas que pudieron haber usado (chavistas & opositores / radicales & conservadores / urbanos & rurales / con o sin fines de lucro / teóricos & pragmáticos / gays & sexodiversos), es realmente decepcionante esta división de "activistas de verdad" versus "activistas de escritorio"
8 A manera de cierre En la medida que algunas organizaciones dedican tiempo y energía a crear estas polémicas, en esa medida no se dedica tiempo y energía a lo verdaderamente importante... que en mi humilde opinión es cómo lograr mayor convocatoria en las actividades, cómo mejorar la promoción, cómo articularnos mejor con los espacios de poder para que adopten políticas públicas que beneficien a la población sexodiversa, cómo brindamos atención a grupos vulnerables como las transexuales, los adolescentes LGBTI, las personas con VIH, los LGBTI adultos mayores, los LGBTI con alguna discapacidad, etc. Hay tantos temas en los que pudiéramos estar creciendo, aportando, creando, proponiendo y sin embargo, todo eso se ve torpedeado por estos debates estériles de los activistas "de verdad". Afortunadamente, cada día se suman nuevas voces dentro de este movimiento social. Gente en las regiones, gente de las universidades, gente a favor y en contra del gobierno.
Esa riqueza de voces aporta diversidad y dinamismo, y reduce poco a poco el peso de las notas disonantes. Hago votos para que erradiquemos de nuestro vocabulario etiquetas que nos separen, nos dividan y nos resten fuerza, porque el enemigo no está dentro del movimiento, la lucha no es contra nosotras/os mismas/os. La lucha es contra los sectores conservadores, fundamentalistas religiosos y cualquiera que se oponga a la conquista de derechos del colectivo sexodiverso.
Por. Jorge González Durand.
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