La homofobia y la transfobia se hace presente de distintas formas y en todas partes, incluso en los lugares donde esta acostumbra a asistir la comunidad G.L.B.T.I. para recrearse, divertirse, conocer personas, encontrarse con sus amigos, escapar de la presión social que les absorbe o simplemente para vivir por unas horas sin estar pendiente del que dirán o pensaran los otros sobre su orientación sexual e identidad de género.
Los llamados “locales de ambiente”, aquellos donde valemos por la cantidad de dinero que llevamos para gastar dentro de ellos, por la ropa que llevamos puesta y donde nuestra apariencia es lo que marca la diferencia y nuestro valor, donde nuestros pulmones están hartos de respirar nicotina por no existir sistemas de ventilación adecuados y en buen estado, donde los baños son focos de infecciones y la pestilencia a orine añejado por falta de mantenimiento, donde a los dueños solo importa aumentar las ventas y el capital, engordar cada día sus cuentas bancarias, sin mencionar que muchos no firman contratos a sus empleados y les pagan por sus servicios una miseria, dejando de lado los derechos laborales despidiéndoles cuando mejor les parece y sin razón alguna para ahorrase la acumulación y pago de prestaciones sociales, frente a todo esto no podemos dejar de señalar los constantes maltratos, ofensas y atropellos, con o sin razón, de la que son victimas muchos de los clientes al ser rebotados en nombre del derecho de admisión o de cualquier pretexto que se les ocurra poner como norma.
Los llamados “locales de ambiente”, aquellos donde valemos por la cantidad de dinero que llevamos para gastar dentro de ellos, por la ropa que llevamos puesta y donde nuestra apariencia es lo que marca la diferencia y nuestro valor, donde nuestros pulmones están hartos de respirar nicotina por no existir sistemas de ventilación adecuados y en buen estado, donde los baños son focos de infecciones y la pestilencia a orine añejado por falta de mantenimiento, donde a los dueños solo importa aumentar las ventas y el capital, engordar cada día sus cuentas bancarias, sin mencionar que muchos no firman contratos a sus empleados y les pagan por sus servicios una miseria, dejando de lado los derechos laborales despidiéndoles cuando mejor les parece y sin razón alguna para ahorrase la acumulación y pago de prestaciones sociales, frente a todo esto no podemos dejar de señalar los constantes maltratos, ofensas y atropellos, con o sin razón, de la que son victimas muchos de los clientes al ser rebotados en nombre del derecho de admisión o de cualquier pretexto que se les ocurra poner como norma.
Claro está que no todos son iguales, no todos llevan a cabo estas aberrantes políticas, que califico de homofóbicas, tranfóbicas y racistas. Que quede bien Claro.
“Empresarios del ambiente” así deberían llamarlos ya que son incapaces de invertir para proporcionar a sus clientes locales más dignos y adecuadas, haciendo que estos no sean escombreras, chiveras, criaderos de infecciones y semilleros de exclusión y segregación, donde no solo prevalezca el deseo de ganar más y más a cosas de las personas G.L.B.T.I. basados solamente por las leyes del mercado, del capital e incluso de la especulación.
Ya es hora de darle un ALTO, a esta actual, pero muy vieja mutación de la homofobia, tansfobia presente en los lugares de ambiente. ¿Hasta cuando la homofobia, transfobia y el racismo de los empresarios del ambiente, que solo buscan enriquecerse, y de la comunidad G.L.B.T.I, que prefiere divertirse y festejar, seguirán de brazos cruzados sin hacer nada acabar con estas políticas tan dañinas para el colectivo?
Por Yonatan Matheus.
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