"Vean que amor singular nos ha dado el padre que no solamente nos ha llamado hijos de Dios, sino que lo somos"(1 Juan.1:17). Las Sagradas Escrituras, con las cuales en tantas ocasiones -a nosotros los Gay- nos han tildado de pecadores, aberrados, condenados, sodomitas y para de contar... Dichas escrituras nos nombran hijos de Dios, y recuerda "ustedes llaman Padre al que no hace diferencia entre las personas"(1Pedro.1:17). Dios es nuestro Padre, debemos tenerlo muy presente frente a nuestra tendencia sexual, dejando de lado los mitos, perjuicios, tradiciones y criterios religiosos, que hoy por hoy, buscan separarnos de esta gran verdad: Como Gay soy hijo de Dios.
Hijo de un Dios, que no se hace ajeno de la realidad que en ocasiones nos toca vivir por ser Gays: la soledad, las carencias afectivas, la falta de aceptación personal, la baja autoestima, los conflictos familiares, el rechazo y desplazamiento de la sociedad, la falta de oportunidades frente al grupo heterosexual lleno de paradigmas, normas, leyes, prejuicios, y fundamentos (los cuales ni ellos mismos soportan) que nos esclavizan e impiden realizarnos como hijos de Dios, por encima de una tendencia sexual, opacando la grandeza que posemos. Entonces como hijos de Dios, hemos de tender hacia él viviendo como tales buscando tener, en primer lugar, una experiencia personal con Dios nuestro padre que nos acepta tal como somos, que no se avergüenza de nosotros; en segundo lugar, palpando la liberación y redención de nuestro cuerpo dada en Cristo Jesús, quien cargó con nuestras faltas; y en tercer lugar, asumiendo nuestra condición sexual bajo las normas del amor y respeto a la dignidad de hijos de Dios que poseemos, guiados por el Espíritu Santo comunicado a los creyentes.
Hijo de un Dios, que no se hace ajeno de la realidad que en ocasiones nos toca vivir por ser Gays: la soledad, las carencias afectivas, la falta de aceptación personal, la baja autoestima, los conflictos familiares, el rechazo y desplazamiento de la sociedad, la falta de oportunidades frente al grupo heterosexual lleno de paradigmas, normas, leyes, prejuicios, y fundamentos (los cuales ni ellos mismos soportan) que nos esclavizan e impiden realizarnos como hijos de Dios, por encima de una tendencia sexual, opacando la grandeza que posemos. Entonces como hijos de Dios, hemos de tender hacia él viviendo como tales buscando tener, en primer lugar, una experiencia personal con Dios nuestro padre que nos acepta tal como somos, que no se avergüenza de nosotros; en segundo lugar, palpando la liberación y redención de nuestro cuerpo dada en Cristo Jesús, quien cargó con nuestras faltas; y en tercer lugar, asumiendo nuestra condición sexual bajo las normas del amor y respeto a la dignidad de hijos de Dios que poseemos, guiados por el Espíritu Santo comunicado a los creyentes.
Director Venezuela Diversa A.C
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